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Poemas de María Negroni



Obertura

 

En el reino de las sombras, el mundo es azul como una naranja. Todo cae bajo ese eclipse. También la muerte es un camino azul. La vida se abre paso a la furia de ese duelo sin verbos auxiliares.

 

 

Escena primitiva

 

En la colmena de lo invisible, se puede existir de otro modo. Nada impide desnudar la conciencia, estudiar una gota de nada en el libro de las sensaciones. Así se viaja a la luz principiante. Así se cuentan las ruinas de lo ausente.

 

 

Collages

 

Es tanto lo que exige la plenitud del salto. La voluntad y la gracia no alcanzan. Menos aún, la herida disidente. Hay que inventar el fracaso, ser un lector impaciente, practicar las preguntas que vuelven a la casa perpleja donde nadie responde.

 

 

Escrituras

 

Y todo para callar con elocuencia, para insistir con el descenso a la zona muda, para aceptar el don de la orfandad.

 

 

Gris grafito

 

Agotadas las palabras, los signos, las figuras, se vuelve por un momento a lo más simple. La mano dibuja a lápiz aquello que no entiende, va del desierto de la idea a la idea musical de la orfandad, del paisaje moral al reducto del vacío. Música mínima. Caminata inmóvil a favor de un ejercicio sin modelo.

 

 

Rojo Diderot

 

En la estación sensible aparece de pronto el color rojo. Con esa vehemencia, llega también un pequeño cofre de emoción desabrigada, alguna cuna en su enigma, la raíz de tanto, la posteridad de la lengua. La imaginación es una reina sin trono, de sentimientos inhumanos.

 

 

 

 

Un poeta griego compra palabras

 

Dos dracmas por un barco extranjero. Tres por demasiado tarde.

Cinco por niño clandestino, revolución fallida, frontera homicida.

Nada sirve. Las palabras no enmiendan las formas del mundo,

no compensan la imperdonable sustracción de lo vivo.

Demasiado tarde, demasiado lejos.

Nadie terminará el poema. Nunca tan breve la eternidad y un día.

 

 

Reflexión de un pájaro arrasado

 

Este lugar no da a ningún lugar, ninguna oscuridad que se pueda escuchar. Aquí no hay más vicisitud que lo que está sin ser. Mi pequeñez observa. Escribe con la boca cada vez más cerrada.

 

 

 

Vida conjetural

 

De pronto, alguien anuncia una ignominia más en la infinita desdicha del mundo.  La vejez entra en un niño.

 

 

 

Plegaria

 

 

Señor Desconocido: Este es el punto de mi vista. Algo vuela hasta la fuente de las lágrimas, abre un diccionario y nada encuentra. El universo es un pájaro extendido y mudo e invisible. Estoy perdida y tengo miedo. Déjame elegir la hora de mi vida, dame la escritura.

 

 

Conjugaciones

 

Si me pusieran un sonajero en las manos, si ante la puerta perpleja del sentido, si las cosas de antiguamente en la patria de tumbas, si ellos caen, si nosotros hubiéramos, si solo fuimos gracias a la angustia que el dolor nos hace, si al final de los rumbos lograras escribir una oda a la esquiva alegría.

 


 

María Negroni, de Rosario, es considerada una de las escritoras más audaces, originales y productivas de la Argentina actual. Ha publicado numerosos poemarios, ensayos y novelas, pero en todo lo que escribe, como ella misma dice, es ante todo poeta, es decir, ante todo una arribista del lenguaje. Muchos de sus textos son obras híbridas que trascienden los límites de los géneros. María Negroni ha recibido numerosos premios, entre ellos la Beca Guggenheim de Poesía y el Premio Internacional de Ensayo Siglo XXI. Actualmente dirige el Máster de Escritura Creativa de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (provincia de Buenos Aires). Este año es invitada del Programa de Artistas de Berlín del DAAD. Foto: Diana Pfamatter


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